El poder de decidir.

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Categoría: Sanando

El poder de decidir.

 Una decisión es el producto final del proceso mental-cognitivo específico de un individuo o un grupo de personas u organizaciones, el cual se denomina toma de decisiones, por lo tanto es un concepto subjetivo. Es un objeto mental y puede ser tanto una opinión como una regla o una tarea para ser ejecutada y/o aplicada.

En términos más precisos, un objeto mental D es una decisión si éste fue obtenido por una elección consciente de 'sólo una opinión o una acción (desde un conjunto conocido de alternativas), y es designado para una aplicación.

Las decisiones algunas veces son influenciadas por factores que tienen casi nada que ver con la realidad circundante o con hechos materiales. Por ejemplo, la superstición puede desempeñar un papel significativo en la toma de decisiones, así como otras creencias: numerología, astrología, y mucha otras formas de modelos no científicos o quizás llanamente espirituales. Últimamente, algunas decisiones pueden también ser tomadas por programas computacionales y robots autónomos que cuenten con inteligencia artificial.

Aquello que esencialmente influencia una decisión es el conjunto de alternativas disponibles para el sujeto que debe tomar la decisión, así como los criterios de elección que éste aplique. (definición tomada de Wikipedia)

Abundando en su definición, al ser un resultado del proceso mental-cognitivo, quiere decir que es algo que hacemos por nuestra experiencia y reflejamos en acciones.

Una acción refleja de este proceso puede ser emitir un consejo, una orden, una manera de comportarse o sentir o hacer o no hacer.

El día que te haces responsable de tus decisiones, tú vida cambia radicalmente, te liberas de lastres, victimizaciones y dolores.

Te agrade o no te agrade, todo lo que está sucediendo en este momento en tu vida, es el resultado de las decisiones que has hecho en el pasado mediato o inmediato.
Desafortunadamente, muchos de nosotros tomamos decisiones de manera inconsciente, por lo tanto, no las consideramos como tales, aunque lo sean.

Ejemplos cotidianos de las decisiones pueden ser: Si alguien te insultara, es probable que decidas sentirte ofendido, o no; Si te dijeran un cumplido, tal vez decidirías sentirte halagado o complacido, o no, razonando, sigue siendo una decisión absolutamente tuya.

Podrías recibir una ofensa o un insulto, y tú podrías tomar la decisión de no ofenderte. Puedes recibir un cumplido y tomar la decisión de no sentirte halagado tampoco, aunque recibas influencias externas.
La mayoría de nosotros, como resultado del condicionamiento al que hemos sido expuestos a lo largo de nuestra experiencia de vida, tenemos respuestas repetitivas y predecibles a los estímulos en nuestro ambiente, por lo que reaccionamos en automático.

Cuando dices "Esto me hizo sentir muy mal...", estas dejando de ser responsable en tu decisión de sentirte de tal o cual manera y le das esta responsabilidad a alguien más, por lo que vas por el mundo buscando culpables por tu dicha o desdicha, en decisiones tomadas irresponsablemente al no meditarlas.

Si los padres ayudaran a sus hijos a tomar decisiones desde muy pequeños, existiría la conciencia de estas. Los padres tratan de trabajar con sus hijos desde que comienzan su crecimiento para que puedan ser responsables en el futuro, buenos estudiantes, personas felices o tengan un futuro prometedor, pero paradójicamente no les permiten decidir y mucho menos hacerse cargo, ni emocional ni pragmáticamente, de sus decisiones.

En la consulta, muchos padres cuestionan la conveniencia de que sus hijos tomen decisiones, debido a que, según ellos, no están capacitados, no conocen las consecuencias, ni "deben" decidir.
Hacerlo les parece una idea errónea, ya que en las generaciones pasadas los padres eran castrantes, rígidos y autoritarios y así fueron educados, imitan el modelo.

Algunos son padres sobreprotectores, permisivos y temerosos de repetir patrones aprendidos en la infancia, y por ningún motivo permiten algún tipo de sufrimiento o frustración en sus hijos.

Es de suma importancia ubicarnos en el contexto de nuestro hijo, es decir su edad, los riesgos acordes a ello y proporcionar la libertad de toma de decisiones que mantengan el margen de seguridad pertinente, explicándole amplia y detalladamente acerca de las consecuencias de las decisiones a tomar, (quizá se deba explicar en repetidas ocasiones y es valioso para su maduración).

La decisión debe ser el producto resultante de la reflexión, de otra manera no alcanzamos a comprender el efecto mediato y de largo plazo de cada una, de optar nace el decidir.

En suma, la toma de decisiones es un ejercicio valioso en el proceso de maduración emocional en los hijos, si hubiera más decisiones responsables ejercidas a la luz de la reflexión, el mundo sería un lugar mejor para vivir.

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